
La prolongada pelea entre el gobierno de Javier Milei y los gremialistas que resisten en las compañías estatales Aerolíneas Argentinas e Intercargo (encargada de los servicios de asistencia y rampa) sumó un nuevo round esta semana. Es que los pilotos hicieron un boicot al Poder Ejecutivo y provocaron la cancelación y/o reprogramación de decenas de vuelos, mientras varios pasajeros terminaron como “rehenes” dentro de los aviones por el cese de actividades del personal terrestre y otros, reubicados en vuelos operados por líneas aéreas aliadas.
Enmarcado en el reclamo de los trabajadores por mejoras salariales y en contra de la anunciada privatización, las medidas de fuerza se aceleraron después del paro general de transporte del pasado 30 de octubre, con el agregado de protestas realizadas por la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), dirigida por el sindicalista kirchnerista Pablo Biró, en el Centro de Formación y Entrenamiento de Pilotos (Cefepra), ubicado en el predio del aeropuerto internacional de Ezeiza.
Desde el inicio de la administración libertaria, unos 1.500 trabajadores abandonaron la empresa aérea tras los dos programas de retiros voluntarios y acuerdos prejubilatorios. Y durante el primer semestre de este año, se redujo el déficit operativo en un 70%.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, dijo que los salarios de los pilotos de Aerolíneas Argentina van entre los 3 y 10 millones de pesos argentinos, es decir, hasta 8.000 dólares, cuando el sueldo mínimo de Argentina es de $271.571 (240 dólares). Otros beneficios que enumeró: pasajes gratis para pilotos y sus familiares en clase ejecutiva, reprogramaciones tomadas como horas adicionales, bono en dólares, traslados cubiertos e incluidos en la jornada de trabajo y hasta día libre en su cumpleaños
